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Covid19 – Virus Chino

El mundo le está pidiendo explicaciones a China y acusándola de haber encubierto tanto el verdadero origen como la magnitud del brote de coronavirus en Wuhan.

Las pocas voces que en un principio se atrevieron a denunciar este hecho fueron silenciadas por el gobierno de Pekín.

Es el caso del empresario Fang Bin. Fueron a buscarle dos hombres ataviados con trajes hazmat, para llevarlo a una cuarentena médica. Pero el comerciante textil, un hombre en sus 40 años, no estaba enfermo y los individuos no parecían doctores. Eran oficiales de policía confrontando una amenaza para el Partido Comunista Chino, de gente ordinaria que había expuesto la verdad sobre el brote infeccioso y se negaba a mantenerse callada.

El “crimen” del señor Fang fue publicar un video que había filmado sobre gente muriendo a causa del virus y cuerpos en bolsas apilados en las afueras de un hospital claramente colapsado, un hecho que se oponía a la narrativa oficialista que decía tener al virus bajo control. El video fue visto 200.000 veces antes de ser bajado por los censores gubernamentales.

Cuando el empresario solicitó ver una orden de allanamiento por parte de los oficiales en su puerta, estos forzaron la entrada al apartamento y lo tomaron para interrogarlo, ordenándole que detuviera su actividad de difundir rumores sobre el virus y confiscaron su computadora. Por la mañana, fue liberado. Una semana después, el 9 de Febrero, el señor Fang publicó otro video, esta vez mostrando un mensaje en donde se leía: «Ciudadanos resistan. Poder al pueblo». La policía regresó a buscarlo y desde entonces no se ha sabido nada sobre él.

Fang Bin, un hombre reservado, movido por la ira del terror inimaginable de lo que ocurría en su ciudad natal, se convirtió en uno de los soplones desaparecidos por exponer la verdadera naturaleza del COVID-19.

El diario británico Daily Mail ha presentado otra investigación en donde expone la orquestada campaña del régimen chino para prevenir que su pueblo discuta sobre el brote infeccioso. Entre los puntos destacados se mencionan los siguientes:

Más de 5.100 personas fueron arrestadas por compartir información durante las primeras semanas del brote. Los disidentes fueron rotulados como enfermos para que el gobierno pueda ponerlos en cuarentena médica.

Las aplicaciones de salud usadas por decenas de millones para mostrar que no están enfermos o cerca de algún infectado, están siendo utilizadas para monitorear los movimientos de cada ciudadano y aumentar el control social.

Cientos de ciudadanos ordinarios han sido detenidos o multados por publicar mensajes on line sobre filas en hospitales, falta de máscarillas o muertes de parientes.

Estas medidas comenzaron con reprimendas contra el Dr. Li Wenliang, 34 años y otros siete doctores que enviaron mensajes a colegas a finales de Diciembre de 2.019. En ellos advertían sobre la detección de una enfermedad tipo SARS en el Hospital Central de Wuhan, recomendando la protección con los accesorios pertinentes al tratar a los pacientes.

El Dr. Li fue forzado a firmar un documento policial donde admitía haber alterado el orden social seriamente y quebrantado la ley, antes de regresar a su trabajo en el hospital, donde finalmente terminó falleciendo el 7 de Febrero a causa del Covid19.

Un día antes de la muerte del doctor, el abogado Chen Qiushi, cuyos videos de escenas caóticas en los hospitales de Wuhan con víctimas del coronavirus yaciendo en corredores, fueron compartidas por miles de sus seguidores en la redes sociales, desapareció. Al otro día, su familia denunció que se lo habían llevado en custodia y estaba siendo mantenido en cuarentena en una ubicación que no les fue revelada.

Antes de su desaparición, Chen presentía que la policía estaba cerca y les dijo a sus seguidores: Mientras esté vivo, hablaré sobre lo que he visto y oído. No tengo miedo a morir. ¿Por qué debería temerte, Partido Comunista?.

Tres semanas más tarde, Li Zehua, un reportero de 25 años que denunció la alta tasa de fatalidades en Wuhan, emitió su propio arresto online cuando oficiales encubiertos como civiles llegaron a su departamento. Li dejó claro antes que se lo llevaran que estaba completamente sano. Ese mismo día había filmado una serie de videos que mostraban escenas de la comunidad desesperada en las áreas de Wuhan más afectadas, comentando que había sido perseguido por la policía luego de visitar el Instituto de Virología de la ciudad, donde se especula que puede haber comenzado todo debido a una fuga del patógeno desde el laboratorio.

«Estoy seguro que quieren aislarme. Por favor, ayúdenme», dijo en el clip con pánico.

Aunque el gobierno chino ha guardado silencio en cuanto al destino de estos desaparecidos, se cree que se encuentran en centros de detención secretos, una siniestra forma de prisión extrajudicial descrita por los oficiales como “vigilancia residencial en una ubicación designada”.

Frances Eve, subdirectora del comité de Defensa de los Derechos Humanos en Hong Kong, declaró:

Todos los que han desaparecido están en alto riesgo de ser torturados, posiblemente con el objetivo de obligarlos a confesar que sus actividades eran criminales o perjudiciales para la sociedad.

Los centros de detención secretos usualmente albergan a disidentes tales como activistas de los derechos humanos y abogados, y añadió: En la mayoría de los casos que hemos monitoreado, la gente llevada allí es torturada. No tienen acceso a abogados, a sus familias o a cualquiera del exterior que no sea la policía.

China ha negado tener conocimiento de la desaparición de estos “soplones”. Al embajador en Estados Unidos, Cui Tiankai, se le ha preguntado varias veces sobre el paradero de Chen Qiushi, sus respuestas han sido siempre evasivas, alegando que jamás había oído de tal persona.

De la única persona desaparecida que el gobierno de Pekín ha tenido un comentario es del magnate Ren Zhiqiang, de 69 años y quien desapareció en Marzo luego de llamar “payaso” al presidente Xi Jinping por su manejo del brote infeccioso.

Semanas después de su arresto, las autoridades anunciaron que Ren había sido detenido por serias violaciones de la ley y regulaciones del Partido Comunista, un eufemismo para los cargos creados contra los críticos de alto nivel social.

Otro crítico importante silenciado es el profesor de leyes Xu Zhangrun, quien fue puesto bajo arresto domiciliario e incomunicado luego de escribir en contra de las políticas del primer mandatario para mitigar la crisis.

Sus palabras incluyeron una acertada predicción: “Este puede ser el último mensaje que escriba”.

La tecnología ha llevado el control que tiene el gigante asiático sobre sus ciudadanos hasta proporciones orwellianas. La aplicación para teléfonos inteligentes con un código de barras que ayuda a saber si alguien ha sido contagiado o no, además tiene acceso a datos personales. Es poco probable que estas nuevas medidas introducidas para rastrear el nivel de contacto entre las personas, sean discontinuadas tras el final de la pandemia.

El gobierno ha aprovechado la ocasión para incrementar y desarrollar aún más las tecnologías de vigilancia social, explicó Frances Eve.

Por su parte, Sophie Richardson, directora del Observatorio de Derechos Humanos en China, piensa que las medidas tomadas para proteger a la población del coronavirus han resultado ser el pretexto ideal para que los regímenes autoritarios silencien a más gente y violen sus derechos. No me sorprendería enterarme con el tiempo que en pos de mantener la salud pública hubo más desaparecidos de los que creemos.

La meta del gobierno de China parece ser el crear una sociedad libre de disentimiento. Richardson elogió a los desaparecidos por tener el coraje de exponer la verdad incluso sabiendo que iban a ser arrestados por hacerlo. Hay que tener un valor impresionante. Es una clara denuncia sobre el sistema político y legal de un país que dice apegarse al estado de derecho.

Fuente:DailyMail
https://mysteryplanet.com.ar/site/los-desaparecidos-de-china-que-paso-con-las-personas-que-hablaron-sobre-el-brote-del-coronavirus/

Evento 201 (Seguridad Sanitaria)

El Evento 201, es un ejercicio de simulación pandémica organizado por el Centro Johns Hopkins para la Seguridad de la Salud, y prevé un coronavirus de rápida propagación con un impacto devastador.

Si en 2001, el ejercicio fue un brote de viruela, provocado por terroristas en centros comerciales estadounidenses. Este otoño, fue un virus similar al SARS, que germinó silenciosamente entre granjas porcinas en Brasil antes de extenderse a todos los países del mundo.

Con cada pandemia ficticia que los expertos de Johns Hopkins han diseñado, la lección es la misma: No estamos preparados para nada.

Una vez que se encuentran en medio de una pandemia severa, las opciones son muy limitadas, dice Eric Toner, investigador principal del Centro para la Seguridad de la Salud de la Universidad Johns Hopkins. «El mayor bien puede suceder con la planificación previa».

La última simulación de pandemia de ese centro, el Evento 201, dejó a los participantes justo en medio de un brote de coronavirus incontrolado que se extendía como un incendio forestal fuera de Sudamérica para causar estragos en todo el mundo. Como narraron los presentadores de noticias ficticios de «GNN», el virus inmune-resistente (apodado CAPS) estaba paralizando el comercio y los viajes, enviando a la economía mundial a una caída libre.

Las redes sociales estaban desenfrenadas con rumores y desinformación, los gobiernos colapsaron y los ciudadanos se rebelaron.

Para aquellos que participaron en la ciudad de Nueva York el 18 de Octubre, un grupo de formuladores de políticas, líderes empresariales y funcionarios de salud, el Evento 201 fue una oportunidad para ver cuanto trabajo de recuperación se necesita para reforzar nuestros sistemas de respuesta ante desastres.
«Realmente sacude las suposiciones y cambia el pensamiento sobre cómo podemos prepararnos para una pandemia global», dice Tom Inglesby , director del Centro para la Seguridad de la Salud.

El evento 201 es el cuarto ejercicio de este tipo organizado por el centro Johns Hopkins, que trabaja para preparar a las comunidades para amenazas biológicas, pandemias y otros desastres. Las simulaciones comenzaron con Dark Winter de 2001, que reunió a expertos en seguridad nacional para un brote simulado de viruela. El evento innovador resultó ser influyente en la configuración de los esfuerzos de Estados Unidos en torno a la preparación para una pandemia, particularmente debido a su momento, justo antes del 11 de septiembre.

Esa simulación y sus dos sucesores, Atlantic Storm realizada en 2005, y el Clade X del verano pasado, también han demostrado un valor duradero como herramientas educativas y de defensa, con recreaciones o versiones modificadas que tienen lugar en entornos que incluyen universidades, los CDC y Capitol Hill.

Para el Evento 201, organizado en colaboración con el Foro Económico Mundial y la Fundación Bill y Melinda Gates, los expertos agregaron una nueva capa de realismo al llegar más allá del gobierno y las ONG a los líderes del sector privado y la comunidad empresarial. Los participantes incluyeron representantes de NBC Universal, UPS y Johnson & Johnson.

«Muy pocas personas han incluido al sector privado en la preparación para una pandemia, pero ahí es donde están la mayoría de los recursos», dijo Toner.

Eso es particularmente cierto cuando se trata del desarrollo de vacunas. El virus CAPS, que Toner describe como un primo del SARS, «pero un poco más transmisible, como la gripe, y un poco más letal», se presentó como resistente a cualquier vacuna existente, ya que los científicos lucharon para encontrar una. Mientras tanto, los ciudadanos se estaban manifestando por el escaso acceso a la siguiente mejor opción: un antiviral ficticio conocido por tratar algunos síntomas de CAPS.

Ese escenario, dice Toner, es completamente realista. «No tenemos una vacuna para el SARS, o MERS, o varios virus de gripe aviar que han surgido en la última década», señala. «Eso se debe a que el desarrollo de la vacuna es lento y difícil si no hay un mercado inmediato para ello».

En la simulación, CAPS resultó en un número de muertos de 65 millones de personas en 18 meses, superando la pandemia más mortal de la historia, la gripe española de 1.918.

De las discusiones inspiradas en el Evento 201, el Centro para la Seguridad de la Salud planea lanzar un conjunto de recomendaciones formales en las próximas semanas.

Poco después de la simulación, el centro publicó el Índice Global de Seguridad de la Salud, el primer ranking integral de países sobre su preparación para una pandemia. En general, la imagen era desalentadora: el puntaje promedio, en 195 países, era 40 de un posible 100.

Dice Inglesby, «Es nuestra esperanza, que los países usen esto para considerar dónde son fuertes y dónde son débiles».

Katie Pearce / Publicado 6 de Noviembre de 2019

Fuente:https://hub.jhu.edu/2019/11/06/event-201-health-security/

Los Templarios en la Corona de Aragón (IV)

Castillo de Miravet

Las crónicas medievales vierten calificativos elogiosos del rey Jaime I, como conquistador, legislador, sabio, leal, valiente y humano. Sin embargo, un ensayo de un profesor de la Universidad de Barcelona tergiversa la historia, desmitificando su figura y reinado, y lo presenta ante el público como un rey cobarde, cruel y represor de colectividades de Valencia y Murcia.

La muerte le sobrevino en 1.276. En la recta final de su vida, estando en Alzira, D. Jaime otorgó su primer codicilio complementario del testamento que había redactado en el monasterio de Poblet en 1.272, y nombró albaceas a sus hijos D. Pedro y D. Jaime, con la recomendación que cumplieran las disposiciones testamentarias. El 23 de julio de 1.276, otorgaba su segundo codicilo que recoge disposiciones que denotan escrúpulos de conciencia. Poco después, el Rey salió de Alzira hacia Valencia y fallecía el 27 de julio de 1.276. Su deseo de llegar a Poblet no pudo cumplirse. Fue sepultado en la catedral de Valencia donde reposaron sus despojos hasta mediados de 1.278, año en que su hijo, Pedro III, los trasladó al monasterio de Poblet.

Al Monarca se le glorió en vida y mucho más después de muerto. La Crónica de Ramón Montaner relata que los duelos, llantos y lamentos empezaron por toda la ciudad, y no quedó rico-hombre, mesnadero, caballero, mujer o doncella que no fuera detrás del estandarte, declarándose tres días de luto en la ciudad de Valencia.

Acabada la reconquista en la Corona de Aragón, los templarios se ocuparon de defender las nuevas fronteras expuestas continuamente a los ataques granadinos. No obstante, en los años siguientes prestaron otros importantes servicios a la Corona.

Pedro III el Grande, sucedió a su padre en 1.237. La conquista de Sicilia (1.282), feudo de la Santa Sede, provocó la excomunión del mismo, la puesta en entredicho de sus reinos y la cesión de éstos a la Corona de Francia. Los templarios, de nuevo, se veían ante una difícil situación, la obediencia al Papa o la fidelidad a la Corona de Aragón, que tan generosa había sido con ellos. Oficialmente no se opusieron a la voluntad papal, pero sirvieron fielmente a Pedro III. Dirigidos por Berenguer de Sanjust (Comendador de Miravet), los templarios catalanes y aragoneses protegieron el reino contra los invasores junto al ejército de Pedro III, a pesar de que estos venían contra la Corona Aragonesa en nombre del mismo Papa.

Tras la acción relámpago del estado francés en Octubre de 1.307, contra los templarios y las confesiones bajo tortura de sus miembros detenidos por delitos como: ritos idolátricos, sodomía y prácticas blasfemas, etc., el papa Clemente V ordenó a los príncipes cristianos el arresto de todos los miembros de la Orden del Temple. En principio, Jaime II, ya rey de Aragón desde 1.291, se negó a las pretensiones del monarca francés «…Han sido siempre fieles a nuestro servicio reprimiendo a los infieles.” No obstante, cambió de postura iniciando el proceso contra los templarios en la Corona de Aragón.

Algunos castillos como el de Peñíscola se rindieron sin apenas resistencia. Pero otros se apresuraron a tomar las armas para defender su inocencia. La fortaleza de Cantavieja resistió el asedio de las tropas reales desde enero hasta agosto de 1.308, solicitando finalmente el indulto de los sesenta defensores de la misma. Castellote, el castillo de Villel, la Alfambra y Miravet, que capituló en diciembre, fueron cayendo ante el ejército real. Tan sólo quedaba Monzón, donde la situación de su castillo le confería un carácter inexpugnable. El 24 de mayo de 1.309 se rendía el castillo de Monzón tras haber agotado sus defensores sus fuerzas.

Las crónicas de los Jueces de Teruel nos informan de estos hechos:

…En esti año fue destruido el Temple et el Papa Juan XXII dio la sentencia en Viana et fizieron estrado et vestidos de duelo porque destruian tan alta orden et fueron vestidos de maregas; aquel año fueron sobre Villel et todos los otros lugares de los templeros destruidos et cercados”.

El 22 de Mayo de 1.312, el papa Clemente V decretó la abolición de la Orden del Temple. Poco después reconoció la posibilidad de juzgar a los consejos provinciales de la Orden por separado, a excepción de Francia.

Los templarios de la Corona de Aragón fueron encontrados inocentes el 7 de Julio de 1.312 en el Concilio de Tarragona. Sus posesiones pasaron a la Orden del Hospital, excepto las posesiones del Temple en Valencia, donde se creó la Orden de Santa María de Montesa con el objeto de defender la frontera del reino.

Fuente:http://www.aragonesasi.com/historia/militia/documento6.php

Los Templarios en la Corona de Aragón (III)

                                                                          Jaime I – El Conquistador

Jaime I el Conquistador fue educado hasta los 9 años en el castillo templario de Monzón, como si de un caballero templario se tratase. A esta edad se vieron obligados a dejarle marchar dada la delicada situación del reino.

Durante su minoría de edad se produjeron una serie de luchas señoriales que pretendían anular o condicionar la autoridad regia para imponer su voluntad y mantener o incrementar sus privilegios y riquezas. Para acabar con estos problemas convocó en 1.225 una reunión en Tortosa, con presencia de los estamentos eclesiástico, nobiliario y popular, y promulgó un acuerdo de paz.

Después comenzaron las empresas conquistadoras de los reinos de Mallorca (1.229) y de Valencia (1.238) e impulsó una brillante actividad legisladora.

Una vez acabada su minoría de edad, les presentó a sus súbditos el proyecto de la conquista de Mallorca. Los templarios apoyaron al rey y se embarcaron junto con él a la conquista de la isla. Al parecer los templarios no aportaron un gran contingente de hombres, pero su forma de combatir y la organización en el campo de batalla les hacían temibles, se puede afirmar que dicha orden era la mejor tropa que Jaime I poseía en todo su reino.

Según el filólogo Rafael Alarcón Herrera, desde el inicio de la aventura se encuentran presentes los valores espirituales de los templarios, pues dicha orden había incluido ya en 1.129 a las Baleares en su lista de territorios a conquistar, un año antes de su reconocimiento, en el concilio de Troyes, por lo que al parecer aludieron al monarca que la invasión era voluntad de Dios; hecho que pudo haber animado al joven rey, dada la relación con su nacimiento y educación en dicha casa. De hecho, buena parte de la conquista fue planeada y ejecutada por los templarios.

El rey les recompensó, agradecido por sus servicios, con importantes posesiones en Mallorca, entre las que destaca el castillo de la Almudaina, el barrio judío, más de la tercera parte de la ciudad y la concesión de un puerto exclusivo para la orden.

Una vez conquistada Mallorca y contentados los intereses catalanes (pues las cortes catalanas de 1.228 habían organizado la conquista de Mallorca en respuesta a sus intereses comerciales, amenazados por la piratería mallorquina), Jaime dirigió su vista hacia el reino moro de Valencia según las propuestas de los aragoneses (pues las Cortes aragonesa mostraban su interés en asegurar su frontera sur y propusieron en las Cortes Generales de 1.232 la campaña de Valencia).

En 1.231, el rey se reunió en Alcañiz con Blasco de Alagón y las órdenes religiosas que habían proseguido por su cuenta la lucha de frontera en el Maestrazgo mientras las fuerzas reales y la hueste levantada en 1.228 se centraban en Mallorca. Para 1.233 y de forma independiente, el noble aragonés Blasco de Alagón rompió el sistema defensivo musulmán al tomar Morella. La caída de la fortaleza hacía plausible tomar Valencia pese a las reivindicaciones de Castilla y la tibia recepción que tenía el proyecto entre los catalanes que hasta fechas tan tardías como 1.235 priorizaron Ibiza y Menorca.

La conquista de Valencia, fue apoyada por el Papa Gregorio IX concediendo en 1.237 Bula de cruzada con remisión de los pecados a los combatientes y atrayendo el interés de cruzados y órdenes militares.

Los templarios, una de las principales fuerzas en la Corona, tenían un interés claro en continuar las guerra santa contra los musulmanes y bases en las cercanías como Cantavieja. Asimismo, el rey, enfrentado al arzobispo de Zaragoza Sancho de Ahonés, por motivos nobiliarios, tuvo en la campaña de Valencia una buena ocasión de recuperar el favor de la Iglesia.

La expedición finalizó con la capitulación de Valencia a las tropas del rey Jaime I el 9 de Octubre de 1.238 con importante participación templaria. De nuevo el monarca les recompensó generosamente, pasando a ocupar un puesto destacado en el nuevo reino cristiano de Valencia que instauró Jaime I, administrando el tesoro del reino.

En los diplomas, Jaime I comenzó a titularse Rey de Valencia, incluso antes de conquistar el «Cap i casal del regne». Un arbitraje del 30 de Septiembre de 1.236, redactado en aragonés, en la villa de Tarazona, así lo confirma:

«Nos Jayme, por la gracia de Deus rey Daragon et de Mayorchas et de Valencia, comte de Barcelona et de Urgel et sennor de Montpeller».

Ganada y ocupada la ciudad de Valencia, la intitulación fue: «Jacobus» o «Nos Jacobus Dei gratia rex Aragonum, Maioricarum et Valencie, et comes Barchinone et Urgelli et dominus Montispesullani» en latín, o bien, «Rey Darago, de Mallorques, de Valencia, Compte de Barcelona, et de Urgell, et Senyor de Montpesler» en romance, como constata el Libre dels Furs.

Intitulación que registran la mayoría de los documentos y sellos reales del Conquistador y reflejan la voluntad institucional del Monarca de crear un nuevo Reino independiente en el seno de la Corona de Aragón.

Jaime I mantuvo unas excelentes relaciones con los templarios a lo largo del resto su reinado, que incluyó diversas luchas con los moriscos que quedaban en el reino valenciano y campañas en las nuevas fronteras al sur. Estos le apoyaron incluso en la campaña contra el reino de Murcia, dirigida por Pere de Queralt, Mariscal del Temple en Aragón.

En 1.264, la sublevación mudéjar obliga al rey Alfonso X el Sabio a pedir ayuda a su suegro Jaime I de Aragón, que basó su política en la amenaza y en la persuasión. Aunque había encontrado una fuerte oposición en la nobleza, llegó a este reino y pobló Murcia con 10.000 hombres entre aragoneses, catalanes (ilerdenses), y castellanos como participantes en la reconquista bajo la dirección del infante don Manuel, hermano del rey sabio, y los maestres de las Órdenes de Santiago y el Temple.

Jaime I, en los primeros meses de 1.266, tomará Murcia y en cumplimiento del tratado de Almizra entregará el dominio al rey castellano dentro del papel desempeñado por la Corona de Aragón en la conquista de Murcia y su posterior repoblamiento.
Tras los hechos de armas en el sitio, toma de la ciudad de Murcia y la posterior devolución del reino a su yerno Alfonso X, dejó buena parte de su séquito, como colonos y propietarios en Murcia.
Los pobladores murcianos del siglo XIII eran artesanos, comerciantes y labradores. Se les unieron grupos minoritarios de la Península Itálica, quizás ricos comerciantes y gentes más modestas, milaneses y lombardos, acompañados de portugueses, valencianos y mallorquines.

Jaime II el Justo, nieto de Jaime I, tomaría la villa de Alicante en 1.296, veinte años después de la muerte del rey conquistador, y le otorgó fuero valenciano en el año 1.308.

Continuará…

Los Templarios en la Corona de Aragón (I)

Alfonso I – El Batallador

El éxito de la Primera Cruzada se había extendido rápidamente por los reinos de Europa. El mismo rey de Aragón, Pedro I, al frente de un numeroso grupo de caballeros hispanos, se disponía a marchar a Palestina, cuando el pontífice les recordó la obligación de defender su propia tierra de los almorávides.

El ideal cruzado llevó al rey Pedro I a sitiar Zaragoza. Antes de abandonar su asedio, en el mes de Julio de 1.101, fortificó a 5 kms. de Zaragoza el lugar de “Deus o vol” (hoy Juslibol), grito de guerra cruzado.

La muerte de Pedro I en 1.104, dicen que de la tristeza que le produjo ver morir a sus dos hijos en 1.103, hizo que su hermano Alfonso fuera coronado rey de Navarra y Aragón.

Alfonso I conocido como el Batallador, reinó en Aragón y Navarra entre 1.104 y 1.134 año de su muerte. Al principio su figura no parecía destinada a grandes gestas. Durante el primer lustro de su reinado, se limitó a proseguir la labor de sus antecesores Sancho Ramírez -su padre- y Pedro I -su hermanastro- en un frágil reino que asistía a la desmembración de la dinastía taifa yemení de los Banu-Hud, a la pujanza de los señores de Urgel y los condes de Toulouse, y a la fortaleza inapelable de Castilla, cuyo rey Alfonso VI, dispuso la boda de su heredera Urraca con Alfonso. Contrajeron matrimonio en septiembre de 1.109 y desde esa fecha se enzarzaron en una lucha sin cuartel por los derechos patrimoniales de Castilla.

La orden de Cluny y la nobleza borgoñona apoyaban a Urraca (la reina se había casado con Raimundo de Borgoña en 1.090, fallecido en 1.107, y de ese enlace nació Alfonso Raimúndez, el futuro rey Alfonso VII el Emperador), en tanto que la burguesía de las ciudades fiaba sus cartas al Batallador.

Alfonso I era el segundo hijo del segundo matrimonio de su padre, el rey Sancho Ramírez con Felicia de Roucy. Es probable que en su juventud visitara a su familia materna al otro lado de los Pirineos, llegando a tener una fuerte amistad con los que luego serían sus aliados en los campos de batalla como su primo Rotrou II, conde de Perche, y de Gastón de Bearn, Castan y Lope Garcés Peregrino entre otros.

El ideal cruzado que vivió Alfonso I ya desde niño marcó toda su vida y su trayectoria como rey. Todas las empresas del monarca estuvieron encaminadas a la toma de Tortosa y Valencia, desde donde podría embarcar sus tropas hacia Jerusalén. Este afán llevó a que más de 25.000 kms. fueran reconquistados durante su reinado, ganándose el sobrenombre de el Batallador.

Zaragoza (Al-Bayda, “La Blanca, La Augusta”), pieza clave para conseguir sus objetivos, capituló el 18 de diciembre de 1.118, después de que el Papa hubiera proclamado su conquista como una nueva cruzada en el Concilio de Toulouse (1.118). A esta empresa contribuyeron caballeros llegados de la Primera cruzada, entre ellos Gastón de Bearn, que había participado en la conquista de Jerusalén. Por su inestimable ayuda, dirigiendo la construcción de máquinas de guerra, fue nombrado señor de Zaragoza por Alfonso I.

Es probable que en los contactos con Gastón de Bearn, el obispo Esteban de Huesca y Lope Garcés Peregrino, el monarca tuviera conocimiento de las actuaciones de los monjes guerreros en Palestina, ya que todos ellos habían participado en la Primera cruzada. Fascinado por estas historias, el rey no dudó en imitar estos movimientos, fundando él mismo Órdenes similares en su reino.

En 1.122, fundó una Militia Christi, la Cofradía de Belchite, primera orden militar de España, a semejanza de la Milicia de Jerusalén, según carta del Arzobispo Guillermo de Aux, para someter a los sarracenos y abrir un camino a Jerusalén pasando el mar.

Los cofrades y sus bienhechores recibieron beneficios de cruzada. La Militia Christi tuvo otra base en la recién fundada ciudad de Monreal, fundada dos años más tarde que la de Belchite, en 1.124.

Posteriormente, se le asignó el castro de Belchite, por mano del rey Alfonso VII de Castilla en 1.136, quien la llama Militia Caesaraugustana y confirmando a López Sanz como rector de la misma. Esta orden fue integrada en la Orden del Temple por la Concordia de Gerona en 1.143.

Muertos frente al enemigo Gastón de Bearn y el Obispo Esteban el 24 de mayo de 1.130, la viuda de Gastón, Talesa (prima carnal de Alfonso I), cumple la última voluntad de su marido, dejar a la milicia del Temple, para que pudiera proseguir la reconquista, todas las tierras que tenía en Zaragoza y en Sauvelade. Ya Lope Garcés Peregrino, junto con su esposa, había dejado parte de sus bienes para después de su muerte, al Altar del Santo Sepulcro y al hospital de Jerusalén en 1.120.

Alfonso I, preocupado por su sucesión, dictó su primer testamento en el asedio de Bayona en Octubre de 1.131, e hizo que lo firmaran y acataran la mayor parte de los tenentes del reino. Este testamento fue confirmado el 4 de Septiembre de 1.134, tres días antes de su muerte.

«…Para después de mi muerte, dejó como heredero y sucesor mío al Sepulcro de Señor que está en Jerusalén y a los que lo custodian y sirven allí a Dios; y al Hospital de los pobres de Jerusalén; y al Templo de Salomón con los caballeros que vigilan allí para defender la cristiandad. A estos tres les concedo mi reino. También el señorío que tengo en toda la tierra de mi reino y el principado y jurisdicción que tengo sobre todos los hombres de mi tierra, tanto clérigos como laicos, obispos, abades, canónigos, monjes, nobles, caballeros, burgueses, rústicos, mercaderes, hombres, mujeres, pequeños y grandes, ricos y pobres, judíos y sarracenos, con las mismas leyes y usos que mi padre, mi hermano y yo mismo tuvimos y debemos tener.» (Fragmento del Testamento de Alfonso I)

La derrota de Fraga y la muerte de Alfonso I produjeron un pánico excepcional en Aragón. La línea fortificada de separación con los musulmanes retrocedió en algunos puntos hasta donde se encontraba en el siglo XI.

Era impensable que las Órdenes militares pudieran ponerse al gobierno de los reinos de Navarra y Aragón, además de que el testamento de Alfonso I era contrario a las normas jurídicas navarro-aragonesas, ya que las tierras de Aragón, Pamplona, Sobrarbe y Ribagorza eran patrimoniales, por lo que debían pasar a la familia del difunto. Tan solo podía disponer de los acatos como era el caso del Regnum Caesaraugustanum, territorio equivalente al de la antigua taifa de Zaragoza. Por otro lado, perjudicaba también los intereses de la nobleza, ya que chocaba con el usus terrae.

Hay que recordar que el primer testamento data de 1.131 y la Orden del Temple recibió sus estatutos en 1.128 con lo que sorprende hasta que punto las cruzadas marcaron la vida del monarca al testar a favor de instituciones tan nuevas. Al igual que el resto de órdenes beneficiadas por el testamento, eran extranjeras, no nombró herederas a las órdenes que él mismo había fundado.

El primer resultado de este testamento fue la fragmentación definitiva entre los reinos de Navarra y Aragón. Los navarros se apresuraron a proclamar rey a García Ramírez, descendiente de la monarquía histórica pamplonesa. Por otro lado los aragoneses coronaron a Ramiro II (hermano de Alfonso), dada su condición de monje, para lograr el reconocimiento de los nobles, tuvo que buscar a alguien que ejerciera en su nombre. Los esponsales de su hija Petronila con el Conde de Barcelona Ramón Berenguer IV solucionaron el problema.

Continuará…

La Marca Hispánica (II)

En las “Genealogías de Roda”, llamadas también Genealogías de Meyá, se encuentran referencias al linaje y las relaciones de parentesco de Aznar Galindo. Estas se denominan así por el nombre del código en que se nos han transmitido. Su redacción original se cree que fue en Nájera, sede de la corte Navarra, hacia el 980-990. Se trata por tanto de una obra de inspiración de la dinastía navarra del momento, la llamada Jimena (o segunda); de forma que su objetivo último habría sido el de explicar las relaciones familiares que unían a esta dinastía con sus predecesores de la primera, los Arista, y con la dinastía condal aragonesa fundada por Aznar Galindo.

En dichas genealogías el antropónimo Galindo aparece de forma repetida en tres linajes, hasta el punto que pudiera considerarse como un auténtico nombre de familia: los de Galindo Belascontenes, Aznar Galindo, y Galindo Jiménez de Pinitano.

La familia de Galindo Belascotenes sólo aparece mencionada de pasada para recordar que aquél era el padre de García el Malo, casado con una hija de Aznar Galindo; aunque algunos datos más tendríamos del personaje si le identificáramos con el Ibn Balaskut de las fuentes hispano-arábigas. En todo caso se trataría de una familia poderosa, emparentada con la de Aznar Galindo pero rival de ésta por el control del primitivo condado aragonés.

El linaje de Aznar Galindo sería el mejor conocido, por constituir al final el origen de la histórica dinastía condal aragonesa. De procedencia también aragonesa, además de emparentar con la familia de Galindo Belascotenes lo haría con el linaje de Iñigo Arista, que a principios del siglo IX se afianzó en el dominio de Pamplona, y con los aliados y parientes de este último, los muladies Banu Qasi, que antes de la invasión islámica habían dominado en Olite y Ejea.

El tercer linaje, el de Galindo Jiménez, parece radicado en la zona de Sos del Rey Católico y el vecino valle del río Veral, si consideramos hijo de este Galindo Jiménez al Jimeno Galindez de Berale de las Genealogías.

Estos dos últimos linajes todavía mantenían como nombre de la familia el antropónimo Galindo a mediados del siglo X, si consideramos descendientes suyos respectivamente a los dos barones Galindo Ysinari et Scemeno Galindonis iudicantes Aragone de un documento del 948. De esta forma podríamos hablar de unos linajes nobiliarios caracterizados por el antropónimo Galindo cuya esfera de poder a finales del siglo VIII se extendía por la porción occidental del Pirineo oscense, desde Boltañá hasta Sos. Tal vez descendieran todos ellos de un mismo tronco común de tiempos visigodos, al que perteneciera propiamente el nombre Galindo.

Ciertamente los tres linajes Galindo de las Genealogías de Roda usan de antropónimos de tradición vasco-navarra: Belasco, García, Jimeno y Aznar. Pero a diferencia de los otros dos grandes linajes navarros de los Arista y Jimeno, con los que emparentarían, las diversas familias Galindo ofrecen también desde un principio muestras de una onomástica de tradición gótica.

La mujer de Aznar Belascotenes se llamaba Fakilo, nombre que reaparece testimoniado en Bigorra en los siglos IX y X. Oria, hermana de Jimeno Galindonis de Beral y esposa de un Guntislo, bastardo de Galindo Aznar II, era hija de un tal Quintila.

Por su parte de la familia de Aznar Galindo conocemos una Aylo, hija del fundador de la casa condal aragonesa, una Andregoto, su tataranieta; un Mirón, también tataranieto del mismo y el ya citado Guntislo.

Visigotismo onomástico que parece convenir perfectamente con los orígenes del mismo nombre Galindo. Porque la verdad es que éste se corresponde con una antiguo etnónimo, los Galindai.

Estos en otro tiempo constituyeron una fracción popular de los Aestios de Prusia Oriental citados por Tácito en su obra Germania, como emparentados lingüísticamente con los britanos; tal vez un grupo protobáltico que desde muy pronto habría recibido influencias germanizantes de pueblos asentados en su vecindad. Según Tácito, los aestios vivieron a orillas del mare Suebicum (mar Báltico), hacia el este de los suiones (escandinavos) y hacia el oeste de los sitones. Eran una población de Suebia. Su nombre pervive en los estonios.

Los Galindai fueron ya mencionados por Ptolomeo como vecinos de los Sudinoi y su nombre se conservaría en una comarca medieval de Prusia (Galanda, actual Golenz). Los Galindai, como el resto de los Aestios, entraron en un contacto estrecho con los Gutones con motivo del asentamiento de estos últimos en el bajo Vístula. Nada extrañaría, por tanto, que algunos linajes de los Galindai bálticos se unieran a la gran migración gótica, que les habría conducido primero a las llanuras de Ucrania y finalmente a la Aquitania y a la Península ibérica, posibilitando así la posterior reaparición de tal nombre, ya como un antropónimo vinculado a nobles linajes, en los Pirineos occidentales.

Esta larguísima e inaudita emigración de los Galindo podría explicarse todavía mejor si consideramos que el famoso linaje real visigodo de los Balthos tenía también su origen en un antiguo grupo étnico de la zona báltica, concretamente en la isla llamada Basilia o Baltia. Los Galindo del siglo VIII hundirían así sus raíces en una antiquísima Sippe goda que habría estado estrechamente vinculada con la poderosa de los Balthos. Habiendo esta última protagonizado la etnogénesis visigoda y el Landnahme aquitano del 418 y es lógico que sus Hausherren se beneficiaran en grado sumo del primer asentamiento y reparto de tierras, de ahí su enraizamiento social y económico cuatro siglos después en una zona muy próxima al primitivo asentamiento godo.

Los Galindo habrían podido tomar pie en estas tierras pirenaicas al mismo tiempo que los grupos de taifales de Tafalla, y habrían conservado un cierto recuerdo de su identidad étnica hasta fechas muy tardías, al igual que éstos. Pero los Galindo también se habrían aculturizado, habrían emparentado con linajes vascones de la zona y habrían sabido aliarse convenientemente con los poderes dominantes a uno y otro lado de la gran cordillera según fuera lo más conveniente para sus intereses. Así los Galindo parecen ejemplificar en su historia familiar ese proceso de aculturización vascona, con elementos franco-aquitanos e hispano-visigodos, reflejados materialmente en las necrópolis de Pamplona y Buzaga.

Como en tantas otras ocasiones unos linajes nobles de origen muy foráneo habrían sido pieza clave para procesos de coagulación étnica y política, en este caso de los grupos euskéricos del Pirineo occidental.

El visigotismo de los Galindo sin duda ayudaría también a comprender el surgimiento de un neogoticismo en la naciente Monarquía Navarra de finales del siglo IX. Algo parecido había podido producir entre los cristianos cántabro-astures-vascos el linaje visigodo de Alfonso. Los orígenes histórico navarro-aragoneses parecen así liderados por los intereses y tradiciones culturales y étnicas de linajes nobiliarios como los Galindo. Consecuentemente no parecería lógico que entre éstos últimos fueran más determinantes otras tradiciones que se remontasen a los tiempos prerromanos de los vascones euskéricos. Sin embargo una curiosa historia referida por las Genealogías ha dado pie para sostener el primitivo gentilicio y pagano de las familias de Galindo Belascotenes y Aznar Galindo. Concretamente la afrenda sufrida por García el Malo en Las Bellostas por su cuñado Céntulo Aznarez; en venganza de la cual habría dado muerte a su cuñado, repudiado a su mujer Matrona, hija de Aznar Galindo, y con la ayuda de Iñigo Arista y los Banu Qasi expulsado a éste de su condado aragonés.

García I Galíndez “el Malo”, Conde de Jaca, Aragón y de Saldaña a finales del s. VIII y principios del IX, padre de Galindo Garcés, Íñigo Garcés y de Velasco Garcés, jefe de los sirtaniyin. Según las Genealogías de Roda, era el padre de Quisilo, esposa de Sancho Jiménez (hijo de Jimeno Garcés y de Sancha, hija de Aznar Sánchez).

De este dato se desprende la suposición de un primer matrimonio con la madre de Quisilo, de cuya unión nacieron también Galindo Garcés e Íñigo Garcés, quienes le sucedieron en el gobierno del condado.

Poco antes de 809, cuando el valí musulmán Amrus b. Yusuf ocupó el territorio al norte de Huesca, murió su primera esposa. Fue en ese momento cuando solicitó la ayuda del conde Aznar Galindo I y cuando probablemente contrajo segundas nupcias con Matrona, hija de aquél.

Las Genealogías de Roda relatan que, tras haber sido burlado, mató a su cuñado, Céntulo Aznárez en la villa de Las Bellostas (Huesca), repudió a su mujer y contrajo terceras nupcias con una hija de Íñigo Arista (o Íñigo Íñiguez). Partidario de oponerse a la expedición franca de Carlomagno, con el auxilio de su suegro Íñigo Arista, expulsó a Aznar Galindo I del condado de Aragón y se hizo cargo del mismo. Según el “Chronicon Moissiacense”, en 816 los vascones eligieron como príncipe a Garsimiro, que ha sido identificado con Garsiam Muci, o lo que es lo mismo, con García el Malo, quien murió dos años más tarde de ser nombrado caudillo. En 818 fue substituido en los gobiernos de Jaca, Aragón y Saldaña por su hijo Galindo Garcés (818-833).

Fuente: Códice de roda

La Marca Hispánica (I)

En la zona oriental de la Marca Hispánica, esos territorios deberían haber tenido alguna entidad política-administrativa en tiempos de los romanos y de los visigodos, aunque no se denominasen condados, ni hubiesen estado gobernados por condes en la época de los reyes de Toledo.

En la monarquía visigoda, los condes, situados en jerarquía por debajo de los duques, la máxima autoridad provincial, gobernaban solo las ciudades, con autoridad exclusivamente al ámbito urbano, a menudo delimitado por murallas, que excluían el distrito rural dependiente de la ciudad. Por consiguiente, para organizar los territorios ganados al sur del Pirineo, los francos no crearon ninguna entidad, sino que se limitaron a conservar las ya establecidas por las tradiciones administrativas de sus pobladores.

Inicialmente la autoridad condal recayó en la aristocracia local, tribal o visigoda, pero los intentos de convertir sus demarcaciones en señoríos hereditarios obligó a los carolingios a sustituirlos por condes de origen franco. De este modo, en Gerona, Urgel y Cerdaña hubieron de aceptar en el año 785 la autoridad franca que impuso el Imperio Carolingio en estas marcas como baluarte contra la pujante expansión del Emirato Cordobés del poderoso Abderramán I, ya independizado de oriente.

Asimismo, Carlomagno, que en esta época rivalizaba por el dominio de occidente con el Emirato de Córdoba, situó marqueses y consolidó su poder ocupando Ribagorza, Pallars, Cerdaña, Besalú, Gerona, Ausona y Barcelona donde estableció caudillos con prerrogativas militares para oponerse a las ofensivas árabes. A lo largo de todo el siglo IX los condados hispánicos dependerán del emperador carolingio.

Áreas geográficas que en distintas épocas formaron parte de la Marca son: Barcelona, Besalú, Cerdaña, Conflent, Ampurdán, Gerona, Jaca, Osona, Pamplona, Pallars, Perelada, Ribagorza, Rosellón, Sangüesa, Sobrarbe, Urgel y Vallespir.

Los condados pirenaicos orientales a partir del siglo XIII constituirían una entidad común que no solo dependía administrativamente del Imperio carolingio, el poder religioso en estos condados dependió del arzobispado de Narbona durante más de cuatrocientos años entre los siglos VIII y mediados del XII, cuando en 1.154 el papa Anastasio IV otorgó a la sede Tarraconense el título de metropolitana. Todo ello pese a los intentos en este periodo de restaurar un arzobispado propio similar al que tuvo el Reino Visigodo en Tarragona de Sclua (fines del IX) o Cesareo, que quiso restaurar el arzobispado en Vich en 970 sin conseguirlo. De tal modo que la Marca Hispánica dependía tanto del poder civil, como del poder religioso franco.

El territorio de la Marca Hispánica se estabilizó durante todo el siglo IX en una frontera entre el Reino de Carlomagno y la Marca Superior andalusí delimitada por las sierras de Boumort, Cadí, Montserrat y Garraf.

Los condados que posteriormente formarían el Reino de Aragón (Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, de occidente a oriente), se constituyeron como marquesados carolingios al frente de los cuales se situó un marqués o gobernador franco.

El condado de Aragón se articulaba en torno al río Aragón, desarrollándose en los valles de Ansó, Hecho, Aisa y Canfranc, cuyo centro eclesiástico y cultural era el monasterio de San Pedro de Siresa y más tarde, la ciudad de Jaca.

Al final del siglo VIII, el poder carolingio, al frente del primigenio Aragón, situaron a un conde franco llamado Aureolo (Oriol o Aurelio), como “conde designado por los francos al otro lado de los Pirineos, frente a Huesca”, mencionado en los Annales Regni Francorum, que cubren la historia de los primeros monarcas carolingios desde 741 hasta 829. A su muerte en el 809 fuerzas de la cora Harkal-Suli, división administrativa del emirato de Córdoba que comprendía aproximadamente la actual provincia de Huesca, ocuparon fugazmente el condado de Aragón. Pero no se mantendría ni un año este dominio, pues en 810 el conde autóctono Aznar I Galíndez, posiblemente alzado al poder con el apoyo del rey de Pamplona Iñigo Arista, obtuvo de nuevo el condado. Posteriormente fue expulsado de estas tierras por García Galíndez «el Malo”, aunque como compensación le fue asignado el gobierno de los condados de Urgel y Cerdaña. A pesar de ello, Aznar I Galíndez estableció una dinastía condal hereditaria en Aragón desde la primera década del siglo IX, puesto que su hijo Galindo Aznárez I (o Galindo Aznar), gobierna el condado de Aragón desde los años 830 hasta mediados o finales de la década de 860, poder que se extendió también al condado de Pallars.

El condado, liberado de la dependencia de los francos, quedó sin embargo bajo la influencia del reino de Pamplona. A pesar de ello, el condado aragonés logró preservar su identidad social y administrativa.

Sobrarbe era un territorio sometido a la autoridad del valí de Huesca desde la ciudad de Boltaña, la ciudad fortificada de Alquézar y en última instancia, desde Barbastro, el núcleo urbano y comercial más importante de la zona. A partir del 775, está documentado Blasco de Sobrarbe como Señor de las tierras más septentrionales de este territorio para, poco después, integrar esta comarca norteña a los dominios del conde de Aragón. A comienzos del siglo X pasa a unirse al condado de Ribagorza tras el matrimonio de Bernardo Unifredo con Toda Galíndez, hija de Galindo II Aznárez, dotada con el condado de Sobrarbe.

Ribagorza tuvo en sus inicios una mayor dependencia de los francos, como era habitual en los marquesados más orientales. Desde el siglo IX está constituido como un territorio cristiano articulado por los valles de los ríos Noguera Ribagorzana y Noguera Pallaresa y la cuenca del Isábena. Estaba vinculado a los condes de Tolosa hasta que, tras la crisis del condado tolosano del último cuarto del siglo IX provocada por la violenta muerte del conde Bernardo II, un magnate local Raimundo I de Ribagorza-Pallars se erige como conde independiente del poder franco e inicia una dinastía propia. Al igual que sucederá con los condados más orientales, es en el siglo X el momento en que comienza la disgregación en condados independientes de la Marca Hispánica.

La tendencia a la rebelión de los gobernantes de la Marca Superior se vio acentuada por las tensiones que produjo la proclamación de Abderramán I como nuevo emir de Al-Ándalus, ya independiente del Califato abasí con sede en Bagdad.

Como resultado, varios líderes rebeldes invitaron al rey de los francos a cruzar los Pirineos. Carlomagno aceptó la invitación y en 778 entró en la península al frente de un ejército. Su acción no tuvo naturaleza antiislámica ni de defensa de la Cristiandad. No llegó a obtener la incorporación de la región al reino, pero sí la creación de una zona sometida “de iure” en virtud del vasallaje de diversas ciudades.

La invasión franca fue respondida por Abderramán con una expedición militar destinada a someter a los rebeldes, tanto cristianos como musulmanes. En este contexto, hay constancia de que el ejército del emirato sometió en 781 a ibn Balaskut “hijo de Blasco” que es identificado con Galindo Belascotenes, casado con Fakilo y padre de García «El Malo”.

La penetración franca no cesó, y hay constancia de una nueva expedición militar contra Huesca dirigida por Ludovico de Aquitania en el 800. Además, los valles del Pirineo se convirtieron a partir de entonces en refugio de rebeldes o discrepantes con el poder musulmán.

Basándose en los Annales Regni Francorum, Carlos Laliena considera que Aureolo era de la familia de los condes de Périgueux. Antonio Ubieto Arteta, indica que era hijo del conde Oriol de Périgueux. Según Christian Settipani, y basado en parte en la onomástica, Aureolus sería sobrino distante de Santo Eparquio, como sobrino de la mujer de Fruela de Cantabria, hija posiblemente de un Aurelio, aunque Aurelius y Aureolus sean nombres romanos distintos.

El historiador Antonio Durán Gudiol, considera más probable que el condado de Aureolo se ubicara en Sobrarbe. Se basa en que el terreno accidentado de esta zona facilitaría su defensa; en la construcción por los musulmanes de la fortaleza de Alquézar, que indica intención defensiva frente a una amenaza; y en la presencia de una familia cristiana que controlaría el territorio, encabezada sucesivamente por Blasco, Galindo y García. Durán también es de la opinión de que el condado sería consecuencia de la expedición contra Huesca de Ludovico en el 800, y que los francos pudieron aliarse con Galindo o con su hijo García y con Bahlul ibn Marzuq, caudillo musulmán rebelde establecido en Zaragoza y Huesca. Cuando este fue muerto por Jalaf ibn Rashid, el feudo se convirtió en un enclave rodeado de territorios controlados por los musulmanes.

Muy similar a la de Durán, es la postura del medievalista Fernando Galtier. Este denomina Cerretania al país que más tarde y de forma aproximada, sería conocido como Sobrarbe y que fue gobernado por Galindo Belascotenes, señor vascón montañés, partícipe en los sucesos de Roncesvalles, que fue víctima de la represión de Abderramán y se alió posteriormente con los francos, este caudillo controlaba el alto valle del Cinca al este, la sierra de Olsón al sur, el Serrablo (alrededor de Las Bellostas) al oeste y la depresión del Ara al norte. De esta forma, Cerretania se habría convertido en una base militar carolingia al sur de los Pirineos bajo el mando de Aureolo al tiempo que mantenía una cierta independencia. Aunque los lugares como Aínsa y Boltaña seguían bajo dominio musulmán.

Continuará…

Las Marcas Carolingias

En la Europa de la Edad Media, una Marca era un territorio fronterizo de un imperio o reino relativamente extenso. Estaban gobernadas directamente por un señor feudal que ejercía en ella poderes civiles y militares.

La dependencia o independencia del señor feudal con respecto al poder central dependía de la mayor o menor capacidad de éste para mantener su autoridad y el control efectivo sobre la totalidad de su territorio, cuestión especialmente delicada, dada la tendencia del feudalismo a la disgregación del poder.

Las marcas existieron en varias entidades políticas de la Edad Media; bajo el Imperio Carolingio, el Sacro Imperio Romano-Germánico y en Al-Ándalus.

Concretamente con esa denominación se instauraron por Carlomagno las divisiones territoriales defensivas para fijar las fronteras ante los enemigos exteriores: árabes, en la marca Hispánica; sajones, en la marca Sajona; bretones, en la marca Bretona; Lombardos en la marca Lombarda; y ávaros, en la marca Ávara; posteriormente también se creó una para los magiares, la marca del Friuli.

Las Marcas Carolingias estaban gobernadas por un marqués. Los ducados eran la unión de varios condados o marcas bajo la autoridad de un duque.

En Al-Ándalus se estructuraron tres marcas fronterizas:

-Marca Superior (al-Tagr al-Ala), con capital en Zaragoza.

-Marca Media (al-Tagr al-Awsat), cuya capital era Toledo.

-Marca Inferior (al-Tagr al-Adna), con capital en Mérida.

La división del califato de Córdoba en reinos de taifas en el siglo XI determinó la transformación de las marcas fronterizas en reinos independientes (taifa de Zaragoza, taifa de Toledo, taifa de Badajoz).

La Marca Hispánica era el territorio comprendido entre la frontera político-militar del Imperio Carolingio con Al-Ándalus (al sur de los Pirineos), desde finales del siglo VIII hasta su independencia efectiva en diversos reinos y condados.

Fue una zona colchón creada por Carlomagno en 795 más allá de la antigua provincia de Septimania, como una barrera defensiva entre los Omeyas de Al-Andalus y el Imperio Carolingio franco (ducado de Gascuña, ducado de Aquitania y la Septimania carolingia).

A diferencia de otras marcas carolingias, la Marca Hispánica no tenía una estructura administrativa unificada propia. Quedó integrada por condados dependientes de los monarcas carolingios a principios del siglo IX. Para gobernar estos territorios, los reyes francos designaron condes, unos de origen franco y otros autóctonos, según criterios de eficacia militar en la defensa de las fronteras y de lealtad y fidelidad a la corona.

El territorio ganado a los musulmanes se configuró como la Marca Hispánica (desde Pamplona a Barcelona), en contraposición a la Marca Superior andalusí.

Los que alcanzaron mayor protagonismo fueron los de Pamplona, constituido en el primer cuarto del siglo IX en reino; Aragón, constituido en condado independiente en 809; Urgel, importante sede episcopal y condado con dinastía propia desde 815; y el condado de Barcelona, que con el tiempo se convirtió en hegemónico sobre sus vecinos, los de Ausona y Gerona.

La población local de las marcas era diversa, incluyendo grupos montañeses autóctonos, íberos, hispano-romanos, vascones, celtas, bereberes, judíos, árabes y godos que fueron conquistados o aliados de los dominadores islámicos o francos. Con el paso del tiempo, los jefes y las poblaciones se hicieron autónomos y reclamaron su independencia. El área y su composición étnica cambiaba según la fortuna de los imperios y las ambiciones feudales de los condes y valíes elegidos para administrar las comarcas.

Durante el siglo IX, los condados carolingios se fueron consolidando y sus gobernantes adquirieron una autonomía creciente, a medida que el Imperio carolingio entraba en crisis a causa de las divisiones internas. Algunos de estos condados iniciaron políticas de acercamiento con los estados vecinos musulmanes y mantuvieron buenas relaciones con ellos.

Hacia el año 748, Musa ibn Fortún se casó con Oneca y fueron los padres de Musa ibn Musa. Oneca había estado casada anteriormente con el vascón Iñigo Jiménez de la Dinastía Jimena y era la madre de Iñigo Arista, que más tarde sería el primer rey de Pamplona, lo cual convertía en hermanastros a Iñigo Arista y Musa II.

En 777, el valí de Madinat Barshiluna (Barcelona) Sulayman ben al-Arabí, junto a otros valíes contrarios a Abderramán I, buscó la ayuda de Carlomagno para contrarrestar el poder del emirato. El acuerdo no prosperó y Sulayman, que marchaba junto a sus tropas a unirse a las fuerzas rebeldes al emir y al ejército de Carlomagno, fue capturado por este frente a Saraqusta como traidor. Durante la Batalla de Roncesvalles fue liberado por el ejército combinado de vascones y musulmanes, y retornado a Zaragoza. Sulayman envió a su hijo Matruh a controlar las zonas de Barcelona y Gerona.

A la muerte de su padre en 780, Matruh dispuso Barcelona a favor del emirato de Córdoba, al que ayudó sitiando Zaragoza en 781.

En el 785 se entregó sin lucha Gerona, fundando Carlomagno el condado de Gerona y estableciendo una primera línea fronteriza a lo largo del río Ter, con fortalezas como la de Roda de Ter.

En 789 el valí Husayn de Zaragoza se subleva y toma el control de Zaragoza y Huesca (Wasqa). A la muerte de Matruh en 792, tomó el poder de Barcelona Sadun al-Ruayni. Sadun viajó a Aquisgrán, capital del imperio carolingio, en 797 para solicitar ayuda al emperador contra el Emirato de Córdoba, entonces bajo el control de al-Hakam I, y a cambio ofreció Madinat Barshiluna (Barcelona). Carlomagno envió a su hijo Ludovico Pío que, junto a otros nobles, pretendía tomar Barcelona pacíficamente, ya en otoño del 800. Pero Sadun no cumplió su palabra y se negó a entregar la ciudad, por lo que los francos la atacaron. El asedio fue largo y Sadun escapó en busca de la ayuda de Córdoba. Fue capturado, y tomó el poder Harun, último valí de Madinat Barshiluna, partidario de seguir defendiéndose del ataque franco, fue destituido por sus allegados y entregado a los francos, probablemente el 3 de abril de 801. Ludovico Pío avanzó hasta Tortosa. En 804 y en 810 fracasan dos expediciones para la toma de Tortosa y la contraofensiva islámica le hace retroceder hasta el Llobregat.

El Imperio carolingio se disgregó pocas décadas después, tras la muerte del hijo de Carlomagno, Ludovico Pío (o Luis I el Piadoso). Los tres hijos de éste (Carlos, Lotario y Luis) se repartieron el imperio mediante el Tratado de Verdún en el 843.

La Marca Hispánica correspondió a Carlos, apodado “el Calvo”. Además de sus conflictos con sus hermanos, hubo de afrontar las invasiones normandas entre 856 y 861 en su territorio.

La costa mediterránea, repleta desde antiguo de torres de vigía contra la piratería berberisca, sufre a partir del 858 el ataque de los normandos, que suben por el Ebro desde Tortosa, lo remontan hasta el reino de Navarra, dejando atrás las inexpugnables ciudades de Zaragoza y Tudela, suben luego por su afluente, el río Aragón, hasta encontrarse con el río Arga, el cual también remontan, llegan hasta Pamplona y la saquean, raptando al rey navarro. Y lo mismo hacen en Orihuela, remontando el rio Segura.

El 16 de Junio de 877, Carlos el Calvo firmó la capitular de Quierzy, con la que se pretendía regular la buena marcha del imperio, estableciendo la heredad de los principados y cargos condales. Esta disposición favoreció el proceso de los condados de la Marca Hispánica hacia su independencia de facto a finales del siglo IX.

Continuará…

Origen del Principado de Cataluña.

El Principado de Cataluña es el nombre tradicional con que algunos denominan a la actual comunidad autónoma española de Cataluña.

Se trata de un término jurídico que se utilizó a partir del siglo XIV para nombrar al territorio bajo jurisdicción de las Cortes Catalanas, cuyo soberano era el de la Corona de Aragón y posteriormente de la Corona de España.

Cataluña sin ser reino y tampoco un condado, pues el condado de Barcelona no abarcaba toda Cataluña, también usa la expresión “condados catalanes”. Y los Usatges hacen coincidir el título de “princeps” con el de conde de Barcelona. En el caso de la Corona de Aragón, el heredero ostentaba el título de duque de Gerona, más tarde cambiado a Príncipe de Gerona. Pero no se debe confundir el Principado de Cataluña con un título nobiliario.

El nombre de Principado se siguió utilizando en los Decretos de Nueva Planta de la administración borbónica y estuvo plenamente vigente hasta el siglo XIX. Sin embargo, en el Real Decreto de 30 de noviembre de 1.833 por el que se establece la división provincial de España de Javier de Burgos, el único principado que se menciona es el de Asturias, mencionándose a Cataluña simplemente así.

Los movimientos republicanos prefirieron abandonar el nombre Principado, pero los movimientos pancatalanistas prefirieron mantenerlo para referirse a la Cataluña estricta, diferenciada de lo que ellos llaman “Países Catalanes”.

Hoy en día, pese a que el término Principado no está recogido en el Estatuto de Cataluña, es una denominación tradicional. Para comprender el origen de esta confusión debemos observar la historia detenidamente.

Primus inter pares” significa “el primero entre iguales”. Esta frase se encuadra en el campo de la política, haciendo referencia originalmente a la figura del emperador en las primeras fases del Imperio romano.

Encontramos casos de gobierno de Primus inter pares en la Antigua Grecia o en las Tribus germánicas, que dejarían su impronta en la posterior formación del Feudalismo durante la Alta Edad Media europea, en concreto durante la Monarquía Visigoda en la Península Ibérica. En España, hacía referencia al estatus de un caudillo que mantenía fuertes cotas de poder, especialmente militar. Este estatus o forma de gobierno solía darse cuando el rey, por el motivo que fuese, no era capaz de imponer un poder absoluto.

En algunos casos puede indicar que mientras la persona descrita aparece como un igual, en realidad es el líder extraoficial o reservado de un grupo. Como ejemplos de “primero entre iguales” se pueden mencionar: El Primer Ministro de muchas naciones con régimen político Parlamentario en la Mancomunidad Británica de Naciones, el Presidente de la Comisión Europea, el Chief Justice de los Estados Unidos de América, y algunas figuras religiosas como el Decano del Colegio cardenalicio de la Iglesia católica, el Patriarca Ecuménico de la Iglesia Ortodoxa, o el Arzobispo de Canterbury, líder espiritual de la Comunión Anglicana. Actualmente en Suiza, uno de los siete ministros preside como primus inter pares.

El término “Princeps” (primer ciudadano o principal) significa «el que toma primero», de primus (primero) y ceps, que deriva de la raíz latina capere (tomar). También es la raíz latina del término príncipe, pero no debe confundirse con ese título.

Princeps fue un título de la primera etapa del Imperio romano (Principado), recibido del Senado por Octavio Augusto, el año 27 a.C., en reconocimiento de su poder y prestigio político. Este título intentaba conservar la esencia de la idea republicana.

También se conocen como Princeps offici a los jefes de los officium (unidad de infantería pesada romana):

  • Princeps ordinarius vexillationis: centurión al comando de un vexillatio.

  • Princeps peregrinorum (comandante de los extranjeros): centurión a cargo de las tropas «castra peregrina» (no-itálicas).

  • Princeps prior: centurión comandante de un manipulus (dos centurias) de principes.

  • Princeps posterior: diputado del Princeps prior .

  • Princeps praetorii: centurión comandante de la base militar o fuerte.

Princeps también fue utilizado como título para otros cargos militares, como los Decurio princeps. En la organización del ejército romano, concretamente de la legión, los princeps eran soldados de cierta veteranía que rondaban los 30 años de edad, y procedían de estratos sociales superiores a los de los asteros. Formaban la columna vertebral de la legión romana, en tiempos de la república, antes de las reformas de Mario. Previamente a dichas reformas, todo legionario se alistaba pagando su propio equipo. Su equipamiento era prácticamente idéntico al de los asteros, excepto en lo que respecta a su protección, ya que llevaban cota de malla en sustitución de las placas pectorales de los asteros.

Se cree que los princeps surgen a partir de los restos de la antigua Segunda Clase del ejército bajo los reyes etruscos, cuando los organizó Marcus Furius Camillus. La Segunda Clase se colocaba entre las primeras filas de una gran falange y estaban equipados de manera similar a los princeps. Ellos daban apoyo a la primera clase aún más pesada en la primera línea. Es probable que combates con los Samnitas y una derrota aplastante a manos de Breno, guerrero galo, que en ambos casos utilizaban varias unidades militares de tamaño más reducido en vez de unas pocas unidades de grandes dimensiones, enseñó a los romanos la importancia de la flexibilidad y lo inadecuado de la falange en el terreno abrupto y de colinas de la zona central de Italia.

Ramón Berenguer IV el Santo fue conde de Barcelona, Gerona, Osona y Cerdaña, y princeps de Aragón (a veces también de Sobrarbe y Ribagorza), que en la época significaba “primus inter pares”.

A la muerte de su padre en 1.131 recibe el Condado de Barcelona. Fue caballero templario, como lo había sido su padre, aunque con carácter temporal (miles ad terminum).

El 26 de mayo de 1.135 acudió a León para la coronación de Alfonso VII como Imperator totius Hispaniae (Emperador de toda España) ante el legado pontificio y los principales nobles de la Península ibérica y el sur de Francia, incluyendo musulmanes.

Gracias al apoyo mostrado a Ramiro II de Aragón en contra de Alfonso VII de León, Ramiro le ofreció a su hija Petronila en matrimonio (la boda se celebró en Lérida, en agosto de 1.150). El 13 de noviembre de 1.137, Ramiro depositó en Ramón Berenguer el reino, pero no la dignidad real, la reina era Petronila mientras que su nieto Alfonso cumpliera la mayoría de edad. De esta manera, Ramiro cumplió la misión de salvar la monarquía y unir el Reino de Aragón con el Condado de Barcelona.

Los acuerdos matrimoniales por los que se rigió el enlace se establecieron según el derecho aragonés, según la mayoría de los historiadores, se establecieron bajo la forma de Matrimonio en Casa. Por este contrato de esponsales y su reflejo en la documentación posterior de Petronila; el marido se adscribe a la familia de la esposa, y es ella quien transmite la pertenencia al grupo familiar, junto con el patrimonio que hereda; el marido se somete formalmente a su suegro o al “Señor mayor” de la casa, y este a cambio, le otorga la potestad sobre el solar familiar, pero reservándose su señorío tanto sobre los bienes del solar patrimonial como sobre los que aporta el marido. A partir de este contrato, quien tiene la última potestad no es el esposo, sino el “Señor Mayor de la Casa de Aragón”, hasta que el heredero legítimo adquiera la potestad (en el caso del reino de Aragón, el reino, título de rey y cabeza de la Casa de Aragón) y por tanto, asumía el linaje de la Casa de Aragón él y sus herederos in saecula saeculorum, por lo que, desde ese mismo momento se extingue el linaje de la Casa de Barcelona, tras el Casamiento en Casa en que se subsume en la Casa de Aragón en 1.137, o bien se considera que perdura hasta la muerte sin descendencia masculina de Martín el Humano en el año 1.410, según algunos historiadores.

Así lo cuenta San Juan de la Peña en lengua aragonesa:

Aqueste muy noble varon, prissó por muller la filla de Don Remiro rey de Aragon nombrada Peronella et después fue nombrada Vrracha, con la qual prisó el dito Regno en axuar en el año de nuestro Senyor M.C.XXX.VII… et se clamaua Princep de Aragon et Conte de Barçelona, que non quisieron consentir los aragoneses que se clamasse Rey mas su fillo Don Alfonso se clamó Rey.”  Crónica de San Juan de la Peña en aragonés. Edición digital a partir de la edición de Tomás Ximénez, Biblioteca Virtual Joan Lluís Vives, Alicante, 2004, pág. 127.

A partir de los esponsales de 1.137, Ramón Berenguer IV fue administrador de la Casa de Aragón como regente del Reino de Aragón, y en la documentación se intituló princeps y dominador, pero nunca rey. Ramiro II siguió siendo señor, padre y rey como reza la documentación: «in tota vita mea teneas me sicut patrem et dominum» en toda mi vida me tengas como padre y señor. Ostentando el título de Rey de Aragón hasta su muerte en 1.157, así Ramón Berenguer IV se integraba en la Casa de Aragón al ser pactadas sus capitulaciones matrimoniales de acuerdo a las instituciones jurídicas del derecho aragonés, y dando lugar, tras el reinado de Ramiro II, a que la reina fuera su hija Petronila, hasta que el 18 de Junio de 1.164 ésta abdica en favor de Alfonso II, transcurridos dos años desde la muerte de su marido.

Tras la concesión del rey Ramiro a Ramón Berenguer, quedaba pendiente la cuestión de los derechos sobre el territorio de Aragón estipulados en el testamento del rey Alfonso el Batallador, quien había querido dar el reino a las órdenes del Santo Sepulcro, los caballeros Templarios y los Hospitalarios, si bien los barones feudales no respetaron este testamento en todos sus términos.

Una de las prioridades de Ramón Berenguer fue la de resolver la cuestión de la posesión de los derechos sobre el reino. Se iniciaron negociaciones con los representantes de la Orden del Hospital, alcanzándose en 1.140 un acuerdo por el que la Orden hacía cesión al Conde de Barcelona (venerande Barchinonensium comes) y a sus legítimos sucesores y descendientes, de la parte del reino de Aragón que les correspondía según el testamento del rey Alfonso el Batallador, con la condición de que se les concediesen derechos para construir iglesias y centros propios en diversas poblaciones del reino y que, si el príncipe muriese sin descendencia, dicho territorio sería devuelto a los Hospitalarios. Acuerdos de cesión similares fueron concertados posteriormente con los caballeros del Santo Sepulcro (1.141) y con los Templarios. Esta cesión de las tres órdenes fue confirmada por bula del papa Adriano IV en 1.158.

Sin embargo, es un hecho que los barones del Reino de Aragón y del Reino de Pamplona (pues los dos reinos estaban incluidos en el testamento de Alfonso el Batallador) juraron fidelidad respectivamente a Ramiro II el Monje y a García el Restaurador. No se puso en discusión que las Órdenes militares tuvieran que negociar con el rey de Navarra la herencia de Alfonso el Batallador. También es un hecho que Ramón Berenguer IV había pactado en los documentos de esponsales de 1.137 con Ramiro II su condición de princeps en Aragón, y venía ejerciendo la potestad real en el reino aragonés como dominator, antes de las negociaciones con las Órdenes militares de 1.140 en adelante. La historiografía actual conviene mayoritariamente en aceptar que el testamento de Alfonso el Batallador no fue respetado y su hermano Ramiro II no solo ejerció la potestad regia entre 1.134 y 1.137, sino que se reservó la dignidad de rey hasta su muerte en 1.157, circunstancia que no consta que fuera cuestionada durante el gobierno de Ramón Berenguer IV.

Ramón Berenguer IV negoció con Alfonso VII de León, el retorno de las tierras ocupadas por las tropas castellano-leonesas a la muerte de Alfonso I de Aragón, el Batallador, tío de su mujer. Además, quería recibir ayuda para reincorporar el reino de Navarra a la Corona de Aragón, territorio que se había independizado en las mismas circunstancias.

Las órdenes militares y la caballería popular luchan por recuperar las posesiones perdidas a manos de los almorávides en la batalla de Fraga en 1.134. Se recupera de este modo; Alcolea de Cinca, Chalamera y Sariñena (1.141); Daroca (1.142) y Ontiñena (1.147). En 1.140 Ramón Berenguer firma en Carrión un pacto de ayuda mutua y la retirada de las tropas de Alfonso VII del Ebro, a cambio del vasallaje del conde-príncipe.

También se realiza una acción conjunta contra Navarra que no tiene efecto. La expansión territorial se realiza por tierras de Murcia (1.144) y Valencia (1.146), y una brillante participación en la conquista de Almería (1.147).

Con la ayuda del conde Ermengol VI de Urgel, Ramón Berenguer conquista las taifas de Tortosa (1.148) y de Lérida (1.149) a al-Muzaffar. Siurana, encumbrada en las montañas de Prades, fue el último reducto musulmán en Cataluña, que gobernada por el walí Almira Almemoniz, resiste hasta 1.153 cuando es conquistada por Beltrán de Castellet. Estas conquistas forman el territorio que más tarde se llamaría la Cataluña nueva (Catalunya Nova).

En 1.151 Alfonso VII y Ramón Berenguer IV firmaron el Tratado de Tudilén que, aparte de renovar la alianza anti-navarra, pretendía repartirse Al-Ándalus. De modo que para la Corona de Aragón se reservan las tierras de Valencia, Denia y Murcia, por las cuales Ramón Berenguer habría de rendir homenaje a Alfonso VII.

La función de “princeps” (acaudillar el ejército, disponer tenencias, dictar cartas de población, etc.) estaba vedada a la reina por su condición femenina. Por ello, Petronila quedó con la dignidad regia que se hizo efectiva en sus testamentos y la abdicación en su hijo Alfonso el 18 de Julio de 1.164, en tanto que desde 1.162 al morir Ramón Berenguer, ejerció el poder un consejo de magnates aragoneses y barceloneses, el arzobispo de Tarragona, altos prelados, hombres ricos, barones de ambas procedencias y representantes de las principales ciudades. Para ratificar este consejo regente se reunieron las primeras Cortes de Aragón documentadas el 11 de Noviembre de 1.164 en Zaragoza, pocos meses después de la transmisión de la herencia conjunta del reino y condados por parte de Petronila.

La regencia de este consejo de notables en las decisiones de gobierno se extendió desde la muerte de Ramón Berenguer en 1.162 hasta 1.173, año en que Alfonso II, con dieciséis años, contrajo matrimonio y obtuvo así su mayoría de edad, y pudo legalmente encabezar el gobierno de sus tierras y pueblos.  Gran Enciclopedia Aragonesa.

La Gesta Comitum Barchinonensium, es una crónica escrita originalmente en latín por monjes del monasterio de Ripoll que detalla los orígenes legendarios de la Casa de Barcelona, la sucesión genealógica de los condes de Barcelona y su continuidad en los primeros reyes de la Corona de Aragón. La primera redacción del texto es de finales del siglo XII y posteriormente tuvo varias ampliaciones. La redacción primitiva del documento comienza con la leyenda de la llegada al poder de Wifredo el Velloso y se prolonga hasta la muerte de Ramón Berenguer IV; esta versión fue escrita por un mismo autor en tres fases y finalizó entre 1.162 y 1.184. Posteriormente fue continuada entre 1.200 y 1.208 para abarcar el reinado de Alfonso II de Aragón. Una segunda adición fue redactada entre 1.214 y 1.218 e incluye el reinado de Pedro el Católico y la minoría de edad de Jaime I, una tercera adición redactada entre 1.270 y 1.275 comprende todo el reinado del Conquistador.

Estos textos han servido de base para otras crónicas posteriores, como la de Bernat Desclot, historiador francés probablemente originario del vizcondado de Castellnou, en el Rosellón, que vivió en la segunda mitad del siglo XIII.

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Monte Albán (México)

Monte Albán es un sitio arqueológico localizado a 11 kms. de la ciudad de Oaxaca de Juárez (México). Fue durante mucho tiempo la sede del poder dominante en la región de los Valles Centrales de Oaxaca, desde el declive de San José Mogote en el Preclásico Medio (1.500-700 a.C.) hasta el ocaso de la ciudad alrededor del s. IX.

Se sabe que los mexicas llamaron a la ciudad Ocelotepec que significa Monte del Jaguar, de ocelotl-jaguar, y tepec-monte o cerro. El nombre en castellano Monte Albán fue dado por los españoles en la conquista, por la similitud del paisaje con los montes Albanos en Italia.

Como en otras partes de Mesoamérica, los restos de las edificaciones precolombinas de Monte Albán, son en su mayoría restos de las plataformas piramidales que sostuvieron las edificaciones dedicadas al culto religioso, a la administración pública o los restos de conjuntos habitacionales dedicados a los estratos dominantes de la sociedad. Sin embargo, gracias a los trabajos de mapeo del cerro, también se ha podido conocer la organización de los barrios de la ciudad. Mientras el conjunto monumental se organiza en torno a la plaza central, las habitaciones de los estratos sociales más bajos se localizaban en terrazas construidas ex profeso. Este patrón de asentamiento es bastante característico de las sociedades mesoamericanas precolombinas del Clásico (s. II-VIII y IX d.C.), como lo demuestra la disposición urbana de Teotihuacan, Palenque o Tikal, que se cuentan entre las mayores de aquel tiempo.

Monte Albán inició su propia historia alrededor del s. V a.C. Durante el 300-100 a.C. aproximadamente, la región debió enfrentar un clima de hostilidad derivado por el expansionismo militar, tal como lo atestiguan las representaciones en piedra de personas sometidas, los llamados Danzantes.

Al mismo tiempo, es el escenario de varias innovaciones importantes en el contexto mesoamericano, en contraste con otras regiones que durante el Pre-clásico Medio y Superior recibieron un importante aporte de la cultura Olmeca, en los Valles Centrales la impronta de este estilo está asociada por un corto período con el desarrollo de San José Mogote, para luego dar lugar a un estilo artístico más o menos característico de la cultura Zapoteca.

Otro dato importante sobre el desarrollo formativo de Monte Albán es la creación de un sistema de escritura propio, cuyas evidencias más antiguas corresponden al s. IV a.C. La escritura zapoteca estaba asociada al registro de sucesos notables para la historia de la ciudad, por lo que implica el manejo de un calendario.

Durante la Fase I de la ciudad se comenzó el aplanamiento de la cumbre, así como la construcción de un muro defensivo en las laderas norte y oeste del cerro. Durante la Fase Monte Albán II Temprana, la capital zapoteca tuvo una población de aproximadamente 17.200 habitantes, que la convertían en una de las mayores ciudades de Mesoamérica.

Como la mayoría de los centros ceremoniales prehispánicos, la zona arqueológica de Monte Albán cuenta con un “juego de pelota” el cual se encuentra localizado al norte de la plataforma oriental. Este recinto es conocido como Juego de Pelota Grande, a diferencia de otra construcción, también conocido como Juego de Pelota Chico.

En algún momento los muros de esta edificación estuvieron cubiertos por estuco, como lo han demostrado las excavaciones realizadas en ese lugar. Las dimensiones del juego de pelota son de aproximadamente 25 m. de largo y de 7 por 22 m. en los extremos conocidos como cabezales. La longitud interior, incluyendo los cabezales, en su totalidad es de aproximadamente 54 m.

En Monte Albán el juego de pelota se practicaba golpeando la pelota con la cadera, codos y rodillas. Los jugadores hacían pasar la pelota de un lado a otro; los muros inclinados ubicados a los lados de la cancha se cubrían con una gruesa mezcla de cal para crear una superficie que hiciera a la pelota regresar al campo de juego.

En esta zona arqueológica se construyeron cinco canchas de Juego de Pelota, hecho que confirma la importancia de dicho juego a nivel regional. El Juego de Pelota Grande se construyó aproximadamente en el 100 a.C.

En la zona de la Plaza Central se encuentra el Palacio, se estima su construcción entre los años 350 y 800 d.C. su ocupación pudo estar relacionada con la clase noble y sacerdotal. Se ingresa al recinto a través de un pasillo estrecho llamado «entrada ciega»; esto nos habla del carácter restringido y exclusivo del edificio. Al centro del patio se ubica un pequeño altar; a un costado un tunel corre por debajo del palacio. No se ha completado su exploración, sin embargo se cree que funcionó como acceso privado a la Gran Plaza y otras área aledañas. En la actualidad, el palacio solamente conserva el desplante de los muros. El bloque rectangular que corona la puerta es una pequeña muestra del avanzado carácter de la arquitectura de la zona.

En la Gran Plaza se encuentran dos edificaciones que fueron observatorios astronómicos, estos están relacionados con edificios de otras zonas arqueológicas ubicadas en el Valle de Oaxaca, un ejemplo es el Caballito Blanco de la zona de Yagul.

La observación astronómica dio a la sociedad prehispánica el conocimiento necesario para calcular los ciclos de la agricultura, conocer los cambios de estación, la proximidad de las lluvias, las épocas de recolección de plantas medicinales; así como para pronosticar acontecimientos futuros y orientar las construcciones, calles, avenidas y plazas hacia los puntos cardinales. En la base de uno de los observatorios, se muestra una piedra grabada que se denomina «Lápida de conquista». Existen diversas de estas lápidas, en ellas se muestran escenas de conquistas realizadas por Monte Albán sobre otros pueblos entre el 100 a.C. y el 200 d.C.

En cada piedra es posible apreciar el glifo de Monte Albán y debajo una cabeza invertida que se supone representa a los vencidos. Se cree que la existencia de dichas lápidas sirvió para mostrar la fuerza y el poder de los ejércitos ante los ojos de los locales.

Existen varias estelas que contienen sobre su superficie exclusivamente texto escrito, en forma de jeroglíficos, los cuales no tienen figuras animales ni humanas representadas. Estas estelas se encuentran ubicadas fuera de los edificios y conmemoran sucesos importantes para la historia de la ciudad. Los jeroglíficos corresponden básicamente al calendario, del que se han podido deducir los signos representantes de los días, meses y el año. Muchos de los jeroglíficos esculpidos representan números, los cuales permiten demostrar que los habitantes de la región ya poseían un gran conocimiento matemático y astronómico del cual se conoce muy poco. Una de las estelas, la mayor de Monte Albán, mide aproximadamente 6 m. de altura y está orientada astronómicamente, alineada perfectamente en dirección norte con la Estrella Polar.

EI sistema calendárico era una convención de símbolos asociados al ciclo solar, el cual se compartía con otros pueblos mesoamericanos. Los zapotecos también tenían un calendario ritual o sagrado (piye) que comprendía el año de 260 días, donde se combinaban 20 días con 13 numerales que daban como resultado los 260 nombres diferentes; y un calendario solar de 365 días (yza), de 18 meses de 20 días y 5 días adicionales; ambos calendarios derivaban de los que habían inventado en sus orígenes.

Como en el resto de las culturas mesoamericanas, en el sistema de calendarios zapotecos también coincidían las cuentas ritual y solar cada 52 años, y de esta manera se completaban los siglos, que indicaban el momento de la renovación total de la vida de la gente y de las ciudades, era el momento deI Nuevo Sol.

Fuente: Wikipedia